"Hay un momento en el camino del terapeuta en el que algo se remueve por dentro"....

Comienzas a sanar, a comprender, a ver los patrones del sistema…
y naturalmente, tu corazón quiere llevar esa medicina a casa.

Quieres ayudar a tu mamá, constelar a tu hermano, liberar a tu papá, mostrarle a tu tía ó tal vez a tus primos lo que descubriste. Pero hay algo que nadie nos enseña al principio:

No viniste a ser terapeuta de tu familia.

Tu alma no vino a salvarlos. Vino a liberarse. Bert Hellinger nos enseña esto en los órdenes de la ayuda "A veces, el deseo de ayudar a tu familia es una trampa disfrazada de amor".
Porque ese impulso, que parece noble, muchas veces nace de una necesidad no resuelta:
Que por fin tu madre te escuche
Que tu padre te vea
Que tus hermanos te validen
Que el sistema reconozca tu evolución

Y ahí… Estás volviendo al mismo lugar donde fuiste niña: intentando que todo esté bien para sentirte amada.

¿Qué decía Bert Hellinger sobre constelar a un familiar?

Lo decía claro y sin rodeos: “No se debe.”

Y no porque esté prohibido, sino porque el campo se distorsiona. Cuando constelas a un familiar, pierdes la neutralidad.
Tu mirada no es limpia: está llena de historias, heridas, lealtades invisibles y expectativas.

Además, te colocas por encima del otro, incluso sin darte cuenta. Y eso rompe un principio esencial de las constelaciones:
el orden.

"Ocupamos un solo lugar en el sistema: o somos pareja, hija o somos terapeuta. Pero no las dos cosas a la vez" - Bert Hellinger

¿Qué puedes hacer entonces?

  1. Si tu alma quiere servir, puedes elegir caminos más amorosos y ordenados:

    1. Sanarte tú

    Cuando tú te sanas, todo el sistema se reordena.
    Tu liberación tiene un impacto silencioso y profundo en quienes te rodean.

    2. Derivar con amor

    Si un familiar quiere constelar, recomiéndale otro terapeuta.
    Hazlo con amor, sin culpa, sin miedo.
    Es un acto de respeto profundo a su proceso.

    3. Ser solo hija, solo hermana, solo mujer

    Recupera tu lugar en el sistema.
    Desde allí, tu energía se vuelve medicina sin esfuerzo.

    Lo más amoroso que puedes hacer por tu familia… es no constelarlos tú.

    No porque no tengas el don. Sino porque tu lugar es otro. Y desde ese lugar, tu presencia se vuelve faro y no imposición.

    Frase para cerrar (y abrir el alma):


“Hoy suelto el rol de salvadora. Me quedo en mi lugar: como hija, como hermana, como alma. Y desde ahí… libero a todos de cargar con mi misión.”

¿Quieres formarte como Constelador Familiar?


En mi escuela Constelaciones Conscientes, no solo te enseño la técnica,
te acompaño a sanar desde la raíz tu propia historia, para que luego acompañes a otros desde un lugar libre, amoroso y ordenado.

Haz clic aquí para conocer la formación →

ME GUSTARÍA CONOCER MÁS

Tu alma no vino a salvarlos. Vino a liberarse.

Por Lilibeth Carrasco · Consteladora Familiar · Fundadora de Constelaciones Conscientes

Regresar al blog

Deja un comentario