Tu alma no vino a salvarlos. Vino a liberarse.
Por Lilibeth Carrasco · Consteladora Familiar · Fundadora de Constelaciones Conscientes
Comienzas a sanar, a comprender, a ver los patrones del sistema…
y naturalmente, tu corazón quiere llevar esa medicina a casa.
Quieres ayudar a tu mamá, constelar a tu hermano, liberar a tu papá, mostrarle a tu tía ó tal vez a tus primos lo que descubriste. Pero hay algo que nadie nos enseña al principio:
Tu alma no vino a salvarlos. Vino a liberarse. Bert Hellinger nos enseña esto en los órdenes de la ayuda "A veces, el deseo de ayudar a tu familia es una trampa disfrazada de amor".
Porque ese impulso, que parece noble, muchas veces nace de una necesidad no resuelta:
Que por fin tu madre te escuche
Que tu padre te vea
Que tus hermanos te validen
Que el sistema reconozca tu evolución
Y ahí… Estás volviendo al mismo lugar donde fuiste niña: intentando que todo esté bien para sentirte amada.
Lo decía claro y sin rodeos: “No se debe.”
Y no porque esté prohibido, sino porque el campo se distorsiona. Cuando constelas a un familiar, pierdes la neutralidad.
Tu mirada no es limpia: está llena de historias, heridas, lealtades invisibles y expectativas.
Además, te colocas por encima del otro, incluso sin darte cuenta. Y eso rompe un principio esencial de las constelaciones:
el orden.
“Hoy suelto el rol de salvadora. Me quedo en mi lugar: como hija, como hermana, como alma. Y desde ahí… libero a todos de cargar con mi misión.”
En mi escuela Constelaciones Conscientes, no solo te enseño la técnica,
te acompaño a sanar desde la raíz tu propia historia, para que luego acompañes a otros desde un lugar libre, amoroso y ordenado.
Haz clic aquí para conocer la formación →
Tu alma no vino a salvarlos. Vino a liberarse.
Por Lilibeth Carrasco · Consteladora Familiar · Fundadora de Constelaciones Conscientes